Claridad, la novela

viernes, 28 de octubre de 2016

Diez años después… (marzo 2013)


con la rondalla de mi pueblo, Aranzueque.
Te mentiría si dijera

que nunca pregunté al viento

si tú me querías…

Te mentiría.

 

Te mentiría si dijera

que no he visto, en el ocaso de la luna,

a una sirena llorar,

que no he visto a miles de cisnes

rendirse ante la adversidad,

que no he visto tenues estrellas

vagando en la oscuridad.

 

Te mentiría si dijera

que la vida es un tobogán

de dulces sensaciones,

que la vida nace y muere

con cada valiente,

que la vida es una senda

ya marcada...

Te mentiría.

 

Te mentiría si dijera

que nunca he visto marchitarse

la primavera,

que nunca he visto quebrarse

una quimera,

que nunca he visto perderse

mi fuerza entera.

 

Te mentiría si dijera

que siempre pregunté al viento

por qué a mí...

Te mentiría.


21 de marzo de 2013

 

Hoy empieza la primavera y hace veinticinco años que me operaron para no ser madre, pero no estoy triste. Nada de nada. Aunque por entonces se equivocaron ya que para que un hijo mío hubiera tenido una ataxia de Friedreich debería haber sido portador mi pareja del gen que provoca la enfermedad ya que yo, obviamente, lo tengo. En esto de las enfermedades hereditarias y  genéticas hay un gran desconocimiento todavía.

Pero en lo que no se equivocaron es en que iba a tener suficiente en la vida con cuidar de mi misma, además de que Juan y yo nos hemos vuelto muy vagos. No me apena no haber tenido hijos, con siete sobrinos y un peludo de cuatro patas es más que suficiente. Sí siete, mi hermana Valeria tuvo dos hijos; el mayor de ellos será el próximo escritor de la familia. Porque yo me he convertido en escritora publicada… o eso dicen. Lo de escritora quiero decir.


Mira, en fin… para entendernos: que me han publicado dos novelas y un libro de poesía, pero a día de hoy, y de mañana también, no te vayas a creer que he jubilado a Juan. Ni mucho menos. Ni por lo más remoto del cielo nos hemos acercado a ese sueño, querido diario, yo sigo siendo la misma oveja negra de siempre solo que diez años después…

 

“¿Con casi cincuenta años?”

Sí… me faltan dos, pero no vale repetirlo.

 

“¿Y el peludo?”

Buscaba un hogar y nos encontró.

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